Por Germán Oestmann
La llegada de Semana Santa representa para los cristianos una de las fechas más significativas del calendario litúrgico, ya que significa entre otras cosas el triunfo de la vida sobre la muerte. La fortaleza de esta celebración radica en la posibilidad de encontrarnos como sociedad, mucho más allá de las diferencias y particularidades, para encontrar un sentido de pertenencia que nos permita forjar el rumbo de una nueva humanidad.
Los tambores de guerra que se escuchan en los diversos confines del mundo deben dar paso a la transmisión de valores que propaguen los grandes principios de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad poniendo principal atención en el cuidado y protección de la casa común ,teniendo en cuenta los conceptos e ideas del Papa Francisco en su encíclica Laudato Sí. Poner al hombre y a la mujer en el centro de la escena representa un intento emancipatorio de parte de la comunidad global para salir definitivamente del círculo perverso y estrecho que solo nos aísla en una cultura del descarte que tiende a perpetuar las lógicas financieras y especulativas, olvidando la productividad, la promoción del trabajo digno, la protección a los migrantes , el respeto al medio ambiente , la protección de los derechos humanos y la defensa irrestricta de la paz para terminar con los conflictos bélicos que azotan a la humanidad.
Es importante recordar que la palabra Pascua proviene del hebreo pésaj, que significa “festejar el camino o tránsito hacia una transformación”. Nuestra forma de vivir Semana Santa nos permite expresar emociones, exaltar sentimientos , gozar de lo estético y sin duda, lo más importante , constituir una gran manifestación de religiosidad popular.
Para rescatar la tradición histórica debemos mencionar al Concilio de Nicea quien en el año 325 fijó la fecha de celebración de la Pascua para todo el ámbito católico occidental. A partir de aquel momento , y basándose siempre en el relato evangélico , cada país ha ido construyendo un conjunto propio de celebraciones.
Los primeros en conmemorar la Semana Santa fueron los judíos seguidores de Cristo, es decir los primeros cristianos. Luego lo hicieron los propios romanos cristianizados , cuyos registros más antiguos al respecto datan del siglo IV. No obstante , a medida que el cristianismo se expandió por el mundo , la manera en la que esta “ Semana Mayor” se celebraba fue mezclándose con muchas tradiciones paganas que, en su mayoría, también tenían que ver con la celebración de la primavera.
En esta ocasión tenemos la oportunidad de demostrar a la humanidad nuestra fe absoluta en la creación y consolidación de un nuevo mundo en donde la justicia, la paz , la libertad y la lucha por una planeta sustentable se conviertan en el sentido de nuestras vidas. La comunidad internacional y los diversos organismos multilaterales deberían tomar nota de situaciones críticas que ponen en peligro los cimientos básicos de la globalización .
Unamos nuestros esfuerzos para solucionar de manera democrática y pacífica los conflictos que están presentes en el desenfreno armamentístico que ha llevado a la población mundial al borde del desequilibrio institucional. Debemos pedir por la paz entre Israel y Palestina, el fin de los conflictos en el Líbano y la condena a toda invasión y ataque contra la integridad territorial en Europa del Este teniendo en cuenta la intervención Rusa en Ucrania.
Desde Uncaus siempre hemos estado comprometidos en la formación de una nueva conciencia en nuestros jóvenes para alcanzar una sociedad justa e igualitaria en donde imperen los valores democráticos y el respeto a los principios republicanos. En esta etapa Pascual tenemos la oportunidad de renovar nuestros votos para que la entrega de Jesús de Nazareth adquiera el protagonismo necesario en la construcción de un nuevo mundo en donde se pueda desterrar definitivamente el egoísmo y la indiferencia social.
Debemos apresurarnos juntos para crear un camino de confianza recíproca. Confianza entre las personas, entre los pueblos y las naciones. En este sentido , debemos dejarnos sorprender por el bienaventurado anuncio de la Pascua dejando de lado los discursos negacionistas y sectarios.
Debemos apresurarnos a superar los conflictos y divisiones para recorrer senderos de paz y fraternidad. Esta es la oportunidad para que luego de largos años de oscuridad y abatimiento, la humanidad pueda ingresar en una era de progreso y crecimiento sustentable.
Esperamos que durante estas Pascuas las familias del Norte Grande y de nuestra Argentina profunda puedan encontrarse para caminar juntos en un horizonte de grandeza y bienestar. Celebremos unas Santas Pascuas y sigamos luchando con alegría en la búsqueda del nuevo mundo que ha sido prometido por el Salvador para nuestra redención social y espiritual.